TÃtulo : |
El rÃo viviente |
Tipo de documento: |
texto impreso |
Autores: |
Isaac Asimov, Autor |
Editorial: |
México D. F. : Limusa |
Fecha de publicación: |
1967 |
Número de páginas: |
203p |
Idioma : |
Español (spa) |
Palabras clave: |
Investigación bioquÃmica moderna |
Resumen: |
Asimov en el primer capÃtulo de El RÃo Viviente, la Fascinante Historia del Torrente SanguÃneo, analogÃa con la que explica la función de la sangre.
El RÃo Viviente es uno de mis libros más queridos, a pesar de que su lectura me resulta difÃcil, por su nivel cientÃfico. No obstante los escollos que representa—para mÃ, al menos—la lectura sobre citologÃa, bioquÃmica, fisiologÃa y otras materias, afirmo que el buen Asimov triunfa totalmente en volver apasionante la historia de la sangre.La sangre tiene historia, es decir, que no siempre fue lo que es. Cuando éramos seres unicelulares no necesitábamos sangre, ya que flotábamos en una nutritiva y cómoda masa de agua salada que nos brindaba todo lo necesario. Era como solo estirar la mano a la alacena llena de cervezas, sin tener que trabajar. Este idÃlico estado no podÃa durar eternamente.Con el paso de cientos, miles y millones de años (que para la naturaleza no son nada), los organismos fueron haciéndose cada vez más complejos. Donde antes habÃa una célula, ahora habÃa varios miles y después, varios millones, cumpliendo funciones cada vez más especializadas, colaborando entre sÃ, y quedando cada vez más lejos del nutritivo mar
Las primeras agrupaciones celulares resolvieron el problema abriendo canales o surcos entre ellas mismas, para que el mar en que flotaban entrara y saliera sin problemas, llevando nutrientes y arrastrando desechos. También desarrollaron el recurso de formar una especie de cúpula bajo la cual el mar pudiera entrar y salir. Pero hubo un lÃmite a esta solución debido, por un lado, a que el impulso del mar para llegar a sitios recónditos no era suficiente y por otro, a que llegó un momento en que miles de organismos evolucionaron para ser animales y mientras que unos continuaron en el mar, otros se fueron a tierra firme.
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El rÃo viviente [texto impreso] / Isaac Asimov, Autor . - México D. F. : Limusa, 1967 . - 203p. Idioma : Español ( spa)
Palabras clave: |
Investigación bioquÃmica moderna |
Resumen: |
Asimov en el primer capÃtulo de El RÃo Viviente, la Fascinante Historia del Torrente SanguÃneo, analogÃa con la que explica la función de la sangre.
El RÃo Viviente es uno de mis libros más queridos, a pesar de que su lectura me resulta difÃcil, por su nivel cientÃfico. No obstante los escollos que representa—para mÃ, al menos—la lectura sobre citologÃa, bioquÃmica, fisiologÃa y otras materias, afirmo que el buen Asimov triunfa totalmente en volver apasionante la historia de la sangre.La sangre tiene historia, es decir, que no siempre fue lo que es. Cuando éramos seres unicelulares no necesitábamos sangre, ya que flotábamos en una nutritiva y cómoda masa de agua salada que nos brindaba todo lo necesario. Era como solo estirar la mano a la alacena llena de cervezas, sin tener que trabajar. Este idÃlico estado no podÃa durar eternamente.Con el paso de cientos, miles y millones de años (que para la naturaleza no son nada), los organismos fueron haciéndose cada vez más complejos. Donde antes habÃa una célula, ahora habÃa varios miles y después, varios millones, cumpliendo funciones cada vez más especializadas, colaborando entre sÃ, y quedando cada vez más lejos del nutritivo mar
Las primeras agrupaciones celulares resolvieron el problema abriendo canales o surcos entre ellas mismas, para que el mar en que flotaban entrara y saliera sin problemas, llevando nutrientes y arrastrando desechos. También desarrollaron el recurso de formar una especie de cúpula bajo la cual el mar pudiera entrar y salir. Pero hubo un lÃmite a esta solución debido, por un lado, a que el impulso del mar para llegar a sitios recónditos no era suficiente y por otro, a que llegó un momento en que miles de organismos evolucionaron para ser animales y mientras que unos continuaron en el mar, otros se fueron a tierra firme.
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