Título : |
Príncipe y mendigo |
Tipo de documento: |
texto impreso |
Autores: |
Mark Twain, Autor |
Editorial: |
Barcelona : Molino |
Fecha de publicación: |
1950 |
Número de páginas: |
191 p |
ISBN/ISSN/DL: |
978-84-272-4014-8 |
Idioma : |
Español (spa) |
Palabras clave: |
LITERATURA ESTADOUNIDENSE JUVENIL |
Clasificación: |
T 18 |
Resumen: |
Tom Canty era un niño muy humilde, pero honrado. Ayudaba a sus padres trabajando en mil oficios, en el centro de Londres. Tenía apenas 14 años y nunca había conocido juguetes para alegrar sus días. El príncipe de Gales, Eduardo Tudor -hijo del rey Enrique VIII y heredero de la corona de Inglaterra tenía la misma edad y no era más feliz que Tom; pese a estar rodeado de los juguetes más caros del mundo.
Una tarde, en su caminar cotidiano, Tom llegó hasta las rejas del castillo. Admiraba sus interiores y a la guardia real que, como los soldaditos de plomo, realizaba su desfile vespertino. De pronto, un escolta lo trató groseramente: “¡Vete de aquí, truhán, que estás dando mal aspecto!”. Tom bajó la cabeza y ya se iba, cuando una voz lo detuvo: “¡No, niño, no te vayas, te invito a pasar a mi castillo!”. El escolta lo miró furioso, pero tuvo que obedecer al príncipe de Gales. Jugaron toda la tarde; pero cuando oscureció, Tom le dijo que debía marcharse. |
Príncipe y mendigo [texto impreso] / Mark Twain, Autor . - Barcelona : Molino, 1950 . - 191 p. ISBN : 978-84-272-4014-8 Idioma : Español ( spa)
Palabras clave: |
LITERATURA ESTADOUNIDENSE JUVENIL |
Clasificación: |
T 18 |
Resumen: |
Tom Canty era un niño muy humilde, pero honrado. Ayudaba a sus padres trabajando en mil oficios, en el centro de Londres. Tenía apenas 14 años y nunca había conocido juguetes para alegrar sus días. El príncipe de Gales, Eduardo Tudor -hijo del rey Enrique VIII y heredero de la corona de Inglaterra tenía la misma edad y no era más feliz que Tom; pese a estar rodeado de los juguetes más caros del mundo.
Una tarde, en su caminar cotidiano, Tom llegó hasta las rejas del castillo. Admiraba sus interiores y a la guardia real que, como los soldaditos de plomo, realizaba su desfile vespertino. De pronto, un escolta lo trató groseramente: “¡Vete de aquí, truhán, que estás dando mal aspecto!”. Tom bajó la cabeza y ya se iba, cuando una voz lo detuvo: “¡No, niño, no te vayas, te invito a pasar a mi castillo!”. El escolta lo miró furioso, pero tuvo que obedecer al príncipe de Gales. Jugaron toda la tarde; pero cuando oscureció, Tom le dijo que debía marcharse. |
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