TÃtulo : |
El cocodrilo y otros cuentos |
Tipo de documento: |
texto impreso |
Autores: |
Felisberto Hernández, Autor |
Editorial: |
Montevideo : Centro Editor de América Latina |
Fecha de publicación: |
1968 |
Número de páginas: |
66 p. |
Idioma : |
Español (spa) |
Palabras clave: |
LITERATURA URUGUAYA CUENTOS |
Clasificación: |
H LITERATURA URUGUAYA |
Resumen: |
En una noche de otoño hacÃa calor húmedo y yo fui a una ciudad que me era casi desconocida; la poca luz de las calles estaba atenuada por la humedad y por algunas hojas de los árboles. Entré a un café que estaba cerca de una iglesia, me senté a una mesa del fondo y pensé en mi vida. Yo sabÃa aislar las horas de felicidad y encerrarme en ellas; primero robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del interior de las casas y después la llevaba a mi soledad. Gozaba tanto al repasarla que si la gente lo hubiera sabido me hubiera odiado. Tal vez no me quedara mucho tiempo de felicidad. Antes yo habÃa cruzado por aquellas ciudades dando conciertos de piano; las horas de dicha habÃan sido escasas, pues vivÃa en la angustia de reunir gentes que quisieran aprobar la realización de un concierto; tenÃa que coordinarlos, influirlos mutuamente y tratar de encontrar algún hombre que fuera activo. Casi siempre eso era como luchar con borrachos lentos y distraÃdos: cuando lograba traer uno el otro se me iba. Además yo tenÃa que estudiar y escribirme artÃculos en los diarios. |
El cocodrilo y otros cuentos [texto impreso] / Felisberto Hernández, Autor . - Montevideo : Centro Editor de América Latina, 1968 . - 66 p. Idioma : Español ( spa)
Palabras clave: |
LITERATURA URUGUAYA CUENTOS |
Clasificación: |
H LITERATURA URUGUAYA |
Resumen: |
En una noche de otoño hacÃa calor húmedo y yo fui a una ciudad que me era casi desconocida; la poca luz de las calles estaba atenuada por la humedad y por algunas hojas de los árboles. Entré a un café que estaba cerca de una iglesia, me senté a una mesa del fondo y pensé en mi vida. Yo sabÃa aislar las horas de felicidad y encerrarme en ellas; primero robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del interior de las casas y después la llevaba a mi soledad. Gozaba tanto al repasarla que si la gente lo hubiera sabido me hubiera odiado. Tal vez no me quedara mucho tiempo de felicidad. Antes yo habÃa cruzado por aquellas ciudades dando conciertos de piano; las horas de dicha habÃan sido escasas, pues vivÃa en la angustia de reunir gentes que quisieran aprobar la realización de un concierto; tenÃa que coordinarlos, influirlos mutuamente y tratar de encontrar algún hombre que fuera activo. Casi siempre eso era como luchar con borrachos lentos y distraÃdos: cuando lograba traer uno el otro se me iba. Además yo tenÃa que estudiar y escribirme artÃculos en los diarios. |
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